Siempre que en este blog hemos hablado de la transformación de un sector, con las miras puestas en su modernización y adaptación a los nuevos escenarios, hemos hecho referencia a tres elementos que son claves para que el proceso tenga éxito: personas, tecnología e innovación.
Las personas son el alma de cualquier organización; sin ellas, cualquier transformación está abocada al fracaso. En la Estrategia 2022-2027 se proponen acciones encaminadas a fomentar la estabilidad de los profesionales en el sector, su correcta formación y, muy importante, su bienestar.
El sector vitivinícola se enfrenta a un futuro en el que las nuevas tecnologías son partícipes de todos los eslabones de la cadena de valor: están presentes en los trabajos de campo, en los procesos de elaboración, en el área de ventas y marketing… Por ello, hay que acercar la tecnología a las personas; hacerla comprensible y accesible para convertirse en aliada, en un instrumento para un mejor desempeño. Atender a las necesidades de los empleados y profesionales es, pues, una meta para el sector: lograr que sus profesionales puedan desarrollar su actividad correctamente conciliándola con su vida personal.
También se tiene en cuenta a las personas como consumidoras de vino, es decir, como clientes. En este sentido, y en línea con la estrategia 2022-2027, hay que tener en cuenta a los nuevos consumidores que traen nuevos hábitos, a los enoturistas, o las nuevas tendencias de consumo saludable. Todos estos factores gravitan sobre las personas como centro de la estrategia del sector.
Este segundo eje transversal agrupa todo lo que tiene que ver con las nuevas tecnologías aplicadas a la cadena de valor del vino. A pesar de que es un sector en el que se han llevado a cabo ya importantes transformaciones tecnológicas, todavía queda recorrido para profundizar en su adopción por bodegas y cooperativas de todos los tamaños.
En este apartado se aboga por “establecer un Plan detallado y específico para aumentar el nivel de digitalización de todos los eslabones de la cadena” y por “fomentar la implantación de soluciones digitales que se adapten a los diferentes niveles de madurez y den respuesta a las necesidades de desarrollo del sector”. Agricultura de precisión, maquinaria de última generación, tecnología de Inteligencia Artificial, etiquetas digitales… son solo algunos avances que ya están introduciéndose poco a poco en las empresas del sector vitivinícola.
Además, también deberá ganar peso la adopción de plataformas para la gestión de los procesos en bodega, el análisis de la información o las relaciones con los clientes. Ello, sumado a las tecnologías que facilitan un trabajo híbrido, colaborativo y seguro donde las comunicaciones y el uso de la nube serán factores especialmente relevantes.
El tercer eje transversal apuesta por “fortalecer la innovación, impulsando la apuesta por el desarrollo de nuevos productos, el I+D+I y la transferencia de conocimiento a lo largo de toda la cadena de valor vitivinícola”.
No cabe duda de que la innovación es una fuente de crecimiento. El sector vitivinícola, de hecho, lleva muchos años invirtiendo en toda la cadena de valor para ofrecer al mercado nuevos productos (como el vino sin alcohol), envases innovadores (como la lata), depósitos inteligentes o experiencias inmersivas para el enoturista.
Si hay un área donde todavía se puede avanzar más, es precisamente esta. La Estrategia 2022-2027 pone el foco también en la importancia de la transferencia de conocimiento entre los actores del sector, como por ejemplo las iniciativas impulsadas por la Federación Española del Vino (FEV) a través del Hub de Digitalización y Vino.
Las líneas trazadas por la Organización Interprofesional del Vino de España han estado presentes en las diversas ediciones de WineTech Forum que hemos impulsado desde 2016, el punto de encuentro para la reflexión acerca del presente y futuro del sector vitivinícola.
La transformación digital, la innovación, el enoturismo experiencial; la creatividad y la capacidad de resiliencia, o la importancia de las personas son algunos de los temas que se han abordado de la mano de profesionales y colaboradores relacionados con el mundo del vino.
Los próximos años serán testigos de un modelo de negocio en el que, sin duda, la contrastada capacidad de las bodegas y cooperativas para adaptarse y renovar su propuesta de valor al consumidor hará posible el liderazgo de España en este sector.